Anoche el Barcelona se despidió de otro título. Ni Copa ni Champions -y por ende, tampoco la Supercopa de Europa ni la del Mundial de Clubes-. Sólo le queda la Liga, y este sábado el Villarreal hará lo posible porque pierdan y así seguir en puestos de Europe League. ¿Se hundirá el Barça o se resarcirá de su derrota con la sangre del submarino amarillo?
A nadie se le ocurriría servir la cabeza de Pep Guardiola en una bandeja. No existe esa sensación que paradójicamente está a la orden del día por parte de los madridistas, que ven en eso un fracaso imperdonable y un finiquito para el mister.
El Barça ha llegado muy lejos en las competiciones, las lesiones no le han respetado y ha pagado la messidependencia, la iniestadependencia y las pocas rotaciones en el banquillo. Nada que no pueda arreglarse para la próxima temporada.
A pesar de esto, los culés se justifican. Que si en la ida estaban cansados por el volcán. Que si el Inter sólo ha jugado a defender. ¡Obvio! Mourinho sólo tenía que impedir el 2-0 y con 10 en el césped nos sirvió varias tazas de catenaccio aburrido.
Extrañamente, de esta derrota de la que no es partícipe el Real Madrid sale reforzado Pellegrini. Y gracias a la victoria del que estaba llamado a sustituirle: el "especialito" Mou.
El 22 de mayo el Barcelona no estará en el Bernabéu y los madridistas se ahorrarán los aspersores del cierre. Florentino Pérez no podrá evitar ver a sus descartes en la mayor competición europea: Robben y Sneijder -el cojo y el borracho, como bromeaba La Libreta- vuelven con la cabeza alta a Chamartín. Pero el 22 de mayo está lejos y ahora hay que prepararse para lo que suceda en Anfield. Esta es la noche del Atlético de Madrid.
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