domingo, 4 de julio de 2010

La afición

Da igual que lleven meses sin ponerse un chándal, días como este la deportiva camiseta no falla. Tampoco las pinturas de guerra que algunos combinan con pinturas patrias, bufandas de verano o banderas redundantes.

Cervezas, aceitunas y panchitos en las mesas. Los ojos puestos en la pantalla: el centro del mundo, de su mundo. Uñas que desaparecen, también la cerveza, los panchitos y de las aceitunas todo menos los huesos. Avisos de infarto, gargantas quemadas, sudores, abrazos, golpecitos en la espalda, 'uys'... Vuelta a empezar.

Gritan, gritan fuerte. Aplauden a los suyos, a los bajitos de la pantalla. Están a cien mil kilómetros, pero les animan como si estuvieran en el campo. Algún loco pensará que no sirve porque no les pueden escuchar. Pero sí lo hacen. Lo sabemos. Les escuchan, y ellos alzan la voz, acompañan con aplausos, golpean la mesa, cruzan los dedos y vuelven a gritar convencidos de que les oyen allá lejos.

Lo hacen seguros de que es esa fuerza que ponen en su voz la energía extra que necesita un disparo, el empujón fresco que ayuda a la pierna de un delantero, la fuerza añadida que convierte un tiro en el gol de la victoria.

1 comentario:

  1. Jeje, bendita afición... Hay tantas deudas que pagar, que al fin todo será devuelto...

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