lunes, 12 de julio de 2010

Las lágrimas de un campeón del mundo


Incontenibles, derrochadoras, felices lágrimas salían de sus ojos con el partido en juego. Imposible frenar la alegría a tres minutos del término de la final del Mundial. El gol del bajito de pálida tez le dio un vuelco al corazón, o lo que sea, pero algo produjo en el capitán de La Roja que a pesar de estar todavía en juego la final soñada, su partido más importante, no podía hacer otra cosa que emocionarse.

Nunca un jugador lloró durante tantos minutos durante un partido. Mucho menos en una final. Tres minutos de lágrimas de Iker Casillas son la mejor representación de lo que España vivía en ese momento. La distancia de su patria le impedía ver que nosotros también lloramos con el gol de Andrés Iniesta, porque capitán, hacíamos lo mismo que tú, sentíamos cómo ese gol escribía nuestro nombre en mayúsculas en la Historia del Deporte. Vuestro juego, tus paradas y su gol nos proclamaban campeones del mundo. Y nos hacía, nos hace, muy felices.

Tú, el mejor portero del Mundial de Sudáfrica, sabías que estabais protagonizando el mejor recuerdo de los cuarenta y cinco millones de españolitos, una afición maltratada en las grandes competiciones. Lo sabías y no pudiste contenerte. Gracias por no hacerlo, porque teníamos un nudo en el pecho que tenía que salir de algún modo, y como manda la tradición, el capitán siempre tiene que ser el primero.

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