El Madrid de basket viajó a Badalona tras una semana durita -y buena- en la ciudad condal. Allí le esperaba una Penya revitalizada con la llegada de Pepu Hernández al banquillo.
En el partido se palpó el cansancio acumulado del Madrid -que luego resolvió con 6 triples en el último cuarto y una gran actuación de Prigioni-, y también se vio la nueva línea de juego del DKV Joventut. La mano de Pepu se notaba en cada defensa, con Sito Alonso los verdinegros no defendían así. Arriesgaron en muchos balones y eso les mantuvo en el juego todo el partido.
El DKV vuelve a ser un equipo valiente. Si sigue así conseguirá que nos olvidemos de Ricky y Rudy vestidos con su equipación. Anoche Bogdanovic llenó sus huecos él solito.
Desde que llegó Pepu hace tres jornadas sólo ha perdido este partido de ACB, y aún con derrota, la sensación al final del encuentro fue buena: perder por 76-82 contra el único que ha ganado este año en el Palau Blaugrana es un mérito, más aún cuando estaban en el fango anímico.
No me explico cómo no le echaron el guante a Pepu Hernández antes. Un tío made in Estudiantes, equipo que comparte la filosofía del club de Badalona, abanderado de la apuesta por la cantera y con una importante experiencia en sacar a flote a sus equipos no podía ver los partidos por la televisión.
Pepu tiene pinta de ser entrenador de alevines, pero no lo es, aunque probablemente piense que nadie lo tiene todo aprendido a esas alturas y por eso, por su insistencia, sus jugadores progresan. El tío tiene mucho más carrete que una tienda Kodak y pocas semanas le han bastado para demostrarlo.
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